El comercio local: un imprescindible para el mantenimiento de los pueblos

Valdealgorfa ha sido el pueblo agraciado en la campaña “Hacer el Agosto en el Mezquín” este año. Dos de sus establecimientos han repartido el primer y segundo premio (de 800 y 200 euros respectivamente, para gastar en comercios adheridos a la campaña) en esta XX edición. El primero -con el número 2511- lo entregó el Horno de Reyes y Cristina a Antonio Marcote y Neus, y el segundo -con el número 1911- lo dio el supermercado de Lourdes Cuella a María Giner. Ambos locales cuentan su experiencia y explican la importancia del comercio local para la supervivencia de los pueblos, más en una zona clasificada como la “España vacía”.

                                                                                              Texto y fotografía: Raquel Lop

 

Alegría. Es como describen la sensación de dar los premios de la campaña “Hacer el Agosto en el Mezquín” Reyes Gimeno, de la panadería Horno de Reyes y Cristina, y Lourdes Cuella, del supermercado de Valdealgorfa. Aunque según Reyes Gimeno, es una sensación un poco encontrada porque por un lado está la alegría y por el otro la tristeza de olvidarse de dar alguna papeleta a alguien: “Nosotras no llevamos un criterio económico, sino que damos simplemente por visitarnos. Damos a todo el mundo, menos a los que se me olvida”.
Ambos establecimientos participan en esta iniciativa de la Asociación de Empresarios desde el inicio de su trayectoria, recalcando que lo hacen para colaborar en las actividades que den a conocer los pueblos. Además, “sobre todo el dar un premio a la gente que día a día los tienes comprando aquí en el pueblo, es también una manera de agradecer su confianza”, explica Lourdes Cuella.
Para Reyes Gimeno, nacida en Alcañiz pero con un fuerte vínculo desde la infancia en Valdealgorfa -pues sus padres siempre han tenido casa en el pueblo e iban siempre que podían- y donde empezó a vivir tras finalizar sus estudios, este tipo de campaña es importante para los negocios: “Cualquier cosa que sea potenciar el comercio local, tendrá más relevancia o menos, pero me parece que es muy importante que alguien vele porque esto sea una cosa viva, que continuamente tenga alguna actividad o algo que te mantenga despierto”.

Un horno con casi cien años de historia
Licenciada en historia, Gimeno comenzó trabajando en el servicio comarcal de deportes, tras lo cual se ha desempeñado en variados empleos: en una planta de hormigón en el polígono, en la CBA, en el ayuntamiento o como administrativa en una empresa de servicios forestales. Fue durante este último trabajo, donde estuvo 12 años, cuando se enteró por su hermana Cristina que su tío Ángel traspasaba el horno de Valdealgorfa por jubilación. Ella fue quien le insistió para coger este negocio, uno que según cuenta “era un horno que tenía cien años y daba un poco de coraje el hecho de que cerrase la puerta para siempre”.
Fue entorno a 1931 cuando se hizo este horno. Al tener tantos años, tiene su historia, sus particularidades. “Hay muchos tipos de horno, pero en éste el fuego está en contacto con la zona donde cueces. Por eso, solo puedes utilizar determinadas maderas para quemar ya que las cosas cogen el sabor al estar en contacto: no puedes utilizar pino; usamos madera de almendro y de olivo (vale también la carrasca, por ejemplo). También hay zonas en la que está más caliente que en otras, hay alguna grieta que se hizo hace muchos años, hay que tener cuidado el día que hace cierzo… es decir, hay una serie de factores a tener en cuenta. Es casi una ciencia”, explica Gimeno.
Todas estas peculiaridades, además de formarles en cómo se hace el pan y pastas, se las enseñó el antiguo panadero, Ángel, quien estuvo con ellas durante cinco o seis meses y a quién podían recurrir si tenían alguna duda.

Una jornada laboral que empieza temprano
De esta forma, el 1 de marzo de 2017 abrió las puertas el Horno de Reyes y Cristina, con una jornada laboral que comienza muy temprano. Comienzan a echar leña continuamente al horno durante una hora y media aproximadamente. Después, cuando ya ven que la temperatura es la ideal cierran el horno, es decir, quitan las llamas que están en contacto echándole la ceniza generada por encima y cierran el tiro. A partir de ahí, esperan casi otra hora a que la temperatura se estabilice.
Durante todo este proceso aprovechan para amasar el pan -con los ingredientes: masa madre, harina, agua, sal y levadura-, momento de la primera fermentación. Tras ésta forman las barras y las pasan a los cajones con el sistema tradicional, donde se hace la segunda fermentación durante una hora más o menos. Cuando están listas, pasan a la cocción, con el horno a casi 300º de temperatura.

Cuando empieza a salir todo del horno, montan el despacho. La que esa semana ha llegado más tarde es la que se encarga de dicho despacho y de las pastas. Hacen reparto a domicilio, pero solo en el pueblo, a bares y particulares. Antes sí que les llevaban a algunos hoteles como a El Molí de l’Hereu o al Hotel Consolación, pero había que hacerlo demasiado temprano y no les daba tiempo. No obstante, en el pueblo “cualquiera que llama que lo necesita se lo bajamos, incluso si hay que ir a la tienda a comprar alguna otra cosa se lo llevamos también. Yo tengo una bicicleta con las alforjas y rápidamente lo llevamos”.

Pan, pastas y mucho más
Este horno de Valdealgorfa tiene muchos productos. Preparan pan de diferentes tipos: barra mediterránea, pintadera, hogaza y cañada. También tienen todas las pastas tradicionales como roscones, almendrados, tortas de alma, carquiñolis, lazos, galletas y mantecados, además de pastelitos de hojaldre, tortas de manzana o de membrillo, entre otros. Igualmente “como a nosotras nos gusta mucho lo salado tiramos a eso: choribollos, longuibollos, sardibollos, pizzas…”.
Membrillos, manzanas, pimientos, tomates y todo lo natural. Reyes Gimeno explica que todos los productos que pueden los buscan de forma local, es decir, o los sacan de su huerto o los compran a la gente de la zona.
Depende de la temporada se demandan unos productos más que otros, y por tradición por ejemplo se buscan más las pastas para las fiestas, o las roscas en Semana Santa. Aunque destacan las galletas de yema por ser las únicas que las realizan, Gimeno cuenta que “no tenemos mucha iniciativa para hacer cosas nuevas, porque no tenemos muchos conocimientos. Nosotras con lo que nos han enseñado nos basta, y lo llevamos a rajatabla. La gente nos dice: «Estas pastas son como las que hacía mi abuela». Para mí con eso ya es suficiente”.

En un principio, cuando empezaron a adentrarse en el mundo de la panadería, estaban muy preocupadas por las pastas, pero explican que es el pan el que da más problemas: la masa queda un poco más blanda, no sube mucho porque la leña estaba más verde o seca de lo acostumbrado, si hace cierzo también influye… Reyes Gimeno aclara entonces que el trabajo es “un reto personal, de cada día. Todos los días es una aventura: a ver cómo saldrá el pan hoy. Con esa pasión de cada día es bastante”. Pero también recalca que pese a lo complicado que es el trabajo de una panadería, al no poder guardar los productos de un día para otro porque ya no valen, “luego el trato con la gente es perfecto. He conocido a mucha gente más profundamente, en positivo y en negativo. Sí que es verdad que la raza humana somos muy variopintos, pero es algo que me llevo de este trabajo”.

Trabajar y vivir en el pueblo
Lourdes Cuella es la propietaria de uno de los supermercados de Valdealgorfa. Nacida y con padres del pueblo, ha disfrutando y valorando el lugar desde pequeña. “Yo siempre he apostado por vivir en el pueblo. Me he criado aquí y no he ido a estudiar fuera porque yo lo que tenía claro desde el minuto uno era que quería quedarme aquí”.
Antes de comenzar con el supermercado, Cuella trabajó durante ocho años en el bar El Claustro. Tras tener a su hijo y estar un tiempo parada, la valdealgorfana trabajó en un momento puntual en Alcañiz, pero quería una vida en el pueblo. “A mí siempre me había gustado en el pueblo, siempre he valorado mucho el trabajo en este lugar, el no tener que coger el coche. Para mí el objetivo siempre fue tener un trabajo en el pueblo, era esencial”, comenta.
Además de este motivo principal, este trabajo le encanta especialmente porque puede tratar con todo el mundo, de todas las edades: “Conoces a toda la gente, tienes un trato especial, muy cercano. Yo aquí considero a personas casi como mi familia. Son personas a las que tengo mucho cariño porque desde que he abierto están ahí, son fieles… y les aprecio mucho. Gracias a ellos estás abierto”.
En Valdealgorfa siempre ha habido una tienda, explica, pero antiguamente estaba en una casa al lado del actual local. Los hijos del matrimonio que lo llevaba en aquella época -quienes estuvieron muchos años trabajando allí- traspasaron la tienda al local en el que está hoy en día. Al jubilarse, una chica del pueblo cogió el supermercado, pero cerró por circunstancias personales.

Un supermercado con trabajadores locales
Así, desde hace siete años, Cuella es la dueña del supermercado, del cual alquila el local. “El local no era mío y tenía que preguntar a ver si me lo alquilaban. Tuve que hacer bastantes cosas porque te lo daban vacío: lo reformé, puse todo lo que son las estanterías…”, continúa.
Fueron los mismos de la cadena que le lleva los productos, el día que abrió, los que le ayudaron a comenzar para saber cómo llevar este tipo de negocio. “Estuvieron dos o tres días conmigo ayudándonos con el tema de la caja, el tema de los ordenadores, los pedidos, las etiquetas… porque todo eso va informatizado. Y después de explicarme ya cogí el mando de todo esto”, cuenta Cuella.
Además de ella trabajando en la tienda, tiene una mujer contratada desde hace varios años. Una persona que también es del pueblo, por lo que este establecimiento, además de formar parte del conjunto de sitios que dan servicios, también brinda trabajo local.

Productos de todo tipo
La tienda de Lourdes Cuella tiene “productos de todo tipo, pero si puedo traer todo lo que es de la zona, entonces lo hago. Tengo jamón, quesos de por aquí…”, expresa Cuella al referirse a que intenta trabajar con todo lo que sea local. Además, cuenta que lo que más se demanda “es el jamón, que lo hacemos al corte, luego el pulpo, las salmueras o los quesos de Villa Corona por ejemplo… Y la fruta, sobretodo”.
Pero además, aclara que trae cosas muy variadas para que la gente tenga donde elegir. “Las personas son muy variopintas, y cada uno le gusta una cosa diferente. A gustos colores, como se suele decir. Yo tengo donde elegir y luego cada uno se lleva lo que le gusta más”, aclara. Ella dice que prueba todo lo que le llega a la tienda, para saber si está bueno o no. Si los productos salen buenos, los sigue llevando a sus estanterías, y si no, ya nos los trae más.
Pero además, hace entregas a domicilio, tanto para compras más grandes como incluso para un par de pepinos, explica. “Estos tiempos con la pandemia hemos trabajado más las entregas, porque la gente no ha podido salir de casa o por circunstancias particulares: no pueden llevar peso, porque les es más cómodo… a mi no me importa. No me cuesta nada coger el coche y repartirlos en el pueblo”.

Comercios, ayuntamiento y habitantes
Ambas propietarias coinciden en que es esencial que existan comercios y servicios en los pueblos para que pueda mantenerse una buena calidad de vida. Lourdes Cuella dice que “si no hubiera servicios aquí no podrías vivir. Si hay servicios, los pueblos pueden tirar para adelante, pero eso se tiene que mantener y para ello es primordial la ayuda de la gente. La gente del pueblo tiene que colaborar”.
La propia población es la que tiene que hacer el papel decisivo, según Reyes Gimeno, quien comenta que son importantes las actividades y ayudas de los municipios y el gobierno, cuya labor colabora a hacer atractivo el que alguien quiera coger un negocio en el pueblo. Pero además, los comercios también deben hacer su parte. “Esto tiene que ser un taburete de tres patas, si las tres están bien, el taburete no cojeará nunca. Son muchos factores a tener en cuenta, pero todo el mundo debe aportar un granito de arena y luchar porque esto se mantenga. No siempre es el gobierno, el ayuntamiento o la comarca… No, también lo que hagan los habitantes”, aclara.
Sin embargo, lo que está claro es que la existencia de estos negocios es fundamental. “Es el efecto dominó: si desaparece comercio, desaparece población y al revés. Va de la mano. Hay que darles la importancia que tienen. No creo que en la mente de ninguna que regentamos un comercio esté la del símbolo del euro en los ojos, sino la de un trabajo digno, sacar tu jornal y tener autonomía como persona. Y defender y ayudar a tu pueblo”, expresa Gimeno.
“Yo no digo que la gente no vaya a comprar a Alcañiz u otros sitios. Pero igual que en nuestro comercio, u otros que hay en Valdealgorfa y otros pueblos del Mezquín, con precios no podemos competir. En nuestro caso es todo artesano. El que quiere valorar eso, sabe que lo que está pagando es ese precio”, empieza Reyes Gimeno. A lo que Lourdes Cuella también añade que además del dinero hay “productos que yo no tengo pero porque no tienen rotación. Si tuvieras demanda lo traerías. No te puedes comparar con los comercios grandes que te puedas encontrar en una ciudad. Yo si puedo lo traigo, pero solo si sé que eso se va a vender”.
Finalmente, Reyes Gimeno reflexiona que “a lo mejor se necesita hacer más hincapié en la importancia que tienen los comercios en los pueblos en el sentido no como economía, sino como trabajo social. Me refiero a que la gente no es consciente -y yo tampoco lo he sido, pero todo es cuestión de que alguien te abra los ojos- de que somos la España vacía, la España mayor, y que llega un momento que la gente mayor no puede coger el coche para irse a comprar a ningún sitio. Como esa economía que genera el comercio local no esté un poco cuidada, va a estar la cosa bastante fastidiada en ese sentido. Supongo que entre todos tenemos que hacer un poco que la gente se sensibilice. Al final, el tener a tu disposición personas del pueblo que te aprecian, que te quieren, hay que saber valorarlo. Y sí, hay gente que lo entiende, pero hay que dar un pasito más. No está mal sembrar esa semillita”.