“La oferta TURÍSTICA está cambiando; ya no es todo sol y playa”

FRANCISCO  VELÁZQUEZ,  EXPERTO EN TURISMO Y GESTIÓN HOTELERA

Texto: Ramón Mur
Foto: Raquel Lop

La realidad de nuestra oferta turística está cambiando. Ya no es todo sol y playa. El incremento de turistas hacia la España interior ha tenido un aumento exponencial geométrico, ha sido tremendo. El turista ha descubierto la montaña, los pueblos de interior… Pero no solo en España, sino en el mundo entero. La gente busca cultura, hace turismo como fuente de conocimiento. Los gustos han cambiado”. Así opina Francisco Velázquez, quien asistió en diciembre a la jornada anual del Premio a la Iniciativa Empresarial en el Mezquín, organizada por AEM, formó parte del jurado calificador de los proyectos presentados al concurso y fue el ponente del encuentro con una intervención sobre la incidencia del turismo en la sociedad actual y, de forma especial, en el mundo rural. “El turismo no es la panacea del desarrollo, pero sí un excelente punto de partida”, insiste cuatro meses después, en el transcurso de esta entrevista concedida a la revista ‘Mezquín’, de nuestra asociación empresarial.
Usted es de Belmonte, aunque no nació en este pueblo. Me siento mucho más que descendiente de Belmonte. Allí nació mi padre porque mi abuelo, Francisco, era médico del pueblo donde se casó con mi abuela Micaela Bosque. Un hermano de mi padre, el tío Leopoldo, fue también médico de Belmonte y yo pasaba muchos veranos en su casa porque mi madre se quedó viuda cuando yo tenía un año y me enviaba a pasar temporadas con mis tíos. Luego he estado muchos años sin volver por el pueblo hasta que recientemente he vivido, al descender mi actividad profesional, momentos de recuperación de recuerdos, me he dado cuenta de las virtudes de “mi pueblo” y me he reconciliado con él. Guardo en mi memoria muchas vivencias de mi niñez en Belmonte. Esas, que cuando te levantas por la mañana, las recuerdas al detalle. Quizá a mis setenta años no recuerdo que comí ayer, pero sí recuerdo perfectamente cuando nos íbamos los chicos del pueblo a tirar piedras al Solá.
¿De niño llegó a pensar que el pueblo sería tal como es hoy? No. Esa ha sido una experiencia triste. El Belmonte que yo conocí con mi madre y el que vivió mi padre, era un pueblo que no hacía tanto que había llegado al millar de habitantes y que tenía vida por todas partes. Nunca pude pensar que la vida iba a ir por tales derroteros que hiciera que la zona del Bajo Aragón iniciara una despoblación como la que todavía sigue padeciendo. Eso sí que me produce por una parte tristeza y por otra ganas de colaborar en lo posible para ayudar a que estos pueblos tengan vida. Como la que yo he vivido en pueblos, por ejemplo, de Andalucía que tiene pueblos maravillosos. No entiendo cómo puede haber una diferencia tan grande entre la actividad, tanto social como económica, de los pueblos andaluces con la de los pueblos de Aragón.
Usted ha conocido organizaciones como la Asociación Empresarial del Mezquín-Bajo Aragón/AEM en su reencuentro con esta comarca. ¿Qué opinión le merecen? Una asociación de empresarios, y más en esta zona del BA, es necesaria porque es conditio sine qua non para el progreso. Para ser escuchados, los emprendedores tienen que asociarse a fin defender sus intereses comunes con una voz común. Además ahora con los medios que hay es sencillo y fácil, pero tienen que estar unidos y tener objetivos compartidos. Una asociación de empresarios del tamaño que sea no les va a reportar más que beneficios. Lo que vi me gustó mucho: empresarios, gente con interés, con ilusión Lo que me pareció es que son pocos. Quizá hubiera sido mejor que hubiera más respuestas. La clave está en buscar socios e informar en las ciudades de las posibilidades que hay en el territorio.
¿Es viable el proyecto en el que se ha implicado usted para conseguir introducir a Belmonte en la Asociación de los pueblos más bonitos de España? Es un proyecto que, por la respuesta que ha tenido, resulta ilusionante. Y eso ya es mucho. Yo creo que es alcanzable. Si tú estudias el patrimonio de Belmonte en todos los órdenes, a través de la historia, yo estoy convencido de que el proyecto es viable. Otra cosa es que, después, el propósito de pregonar a Belmonte como uno de los pueblos más bonitos de España, se haga realidad que, en una parte, tiene aspectos positivos y, en otra, a lo mejor, puede que resulte negativa para otros. Si en vez de tener una paz y una tranquilidad enormes, tienes diez turistas al día, puede que a alguien le resulten molestos. Yo creo que no lo son y pueden traer dinero y economía al pueblo. Pero el turismo es así: exige contrapartidas como no dejar coches dentro de la población si no es en los garajes, etcétera.
Sin embargo, en los pueblos pequeños con frecuencia se recela ante los proyectos que conllevan cambios y reformas de su manera de vivir. Es una realidad. Tú te acostumbras a una forma de vida, basada fundamentalmente en que las horas son lentas, y cualquier movimiento que cambia esa situación no encuentra el favor de mucha gente que está acostumbrada a ese formato de vida. Los cambios gustan a unos y a otros no. No es posible concebir una vida sin progreso y el progreso impone sus condiciones, a veces incómodas, pero yo creo que la respuesta es que Belmonte necesita progreso, más habitantes y necesita acción. Además ese recelo social al progreso hay que matizarlo mucho porque se hacen cosas en un pueblo como el nuestro la feria de la trufa, el mercado medieval, los conciertos de órgano y la gente responde. Por tanto, los recelos son pensamientos de invierno, pero luego nos gusta la primavera y el verano, que significan actividad. Y la actividad nos gusta a todos.
¿Es el turismo el futuro del mundo rural? Las condiciones de vida han cambiado y los deseos de las personas también. Antes, creo que hubo una persona en Belmonte que no conocía Torrevelilla, no había pasado de San José o del Mas Blanco. Eso hoy es impensable. Cualquier lugareño tiene oportunidades de viajar. Los viajes y las posibilidades de conocer otras culturas y países se han archimultiplicado. Y las nuevas tecnologías, que se pueden poner en cualquier sitio, han cambiado el mundo. Puedes ver fotos recientes de Zimwaube y verás gente que no puede comer pero tiene móvil. Esto ha sido un gran adelanto. Y los inventos buenos hacen que la vida sea más fácil. Una persona de Belmonte que tiene a sus hijos trabajando en Barcelona puede verlos todos los días, saludarles por la mañana, hablar con ellos a través de la pantalla del móvil, no les cuesta un duro, y tienen a las familias más cerca que cuando antes se iban a vendimiar a una hora de camino. Yo tengo a mis hijas mucho más cerca de lo que yo estaba de mi madre cuando tenía 18 años. ¿Eso qué significa? Pues que todos los datos los puedes tener en casa o en la oficina pero es que la oficina la puedes tener en Belmonte. Porque, al final, el wifi es el mismo el de Barcelona que el de Belmonte. Lo que sí es mucho más barato es el alquiler de la oficina, la vida y al alojamiento en Belmonte. Claro, hay inventos malos. Ahora Trump ha anunciado que quiere ser el primero en tener armamento nuclear, las bombas de gas venenoso… Eso es un invento malo.
¿España está a la altura del desarrollo turístico o muy por debajo de la media mundial? He leído ‘La España vacía’ donde he visto puestos en papel algunos de mis pensamientos. A ver, el turismo no resuelve la papeleta a nadie ni hace rico a casi nadie de forma definitiva. Además, el turismo tiene que ser entendido como algo que requiere de mucho conocimiento, muchísima inversión y muchísimo esfuerzo diario. España ha tenido, por causas lógicas e históricas, la gran suerte de ser una de las mayores potencias del turismo mundial, está en los tres primeros puestos en los ratios que más se palpan en el turismo: ingresos, números de turistas, de vuelos… El turismo ha sido la gran suerte de España y la realidad económica que cada año nos inyecta un montón de millones. ¿Cómo se traduce esto a una población pequeña? Pues con un pequeño presupuesto que va a depender de una serie de factores: uno es la conservación del patrimonio, otro la población y publicidad, otro el trato de los turistas, la captación de nuevos turistas. ¿Cómo los captamos? ¿Qué les ofrecemos? En ello hay que trabajar. Pero la materia prima esta ahí: ese siglo XVI, esas piedras que hablan. Eso no se puede adquirir como una onza de oro que se puede comprar en el mercado igual que un litro de gasolina en una gasolinera. Pero una iglesia barroca no se puede adquirir. Eso está ahí y es un gran tesoro. Ahora, tenemos que trabajarlo y de ahí pueden salir situaciones y negocios que permitan que entre dinero en el pueblo. Pero sólo de decir que es uno de los pueblos más bonitos sus habitantes no van a vivir de maravilla. El turismo, pues, no es la panacea. ¿Que es un magnífico punto de partida? Ya lo creo.
Pero ¿Es verdad o mentira que España está a la cabeza del turismo mundial? España lo está haciendo bien. Siempre se puede hacer mejor. Lo está haciendo bien porque si no es el primero es el segundo o tercero entre los países turísticos. Y la realidad de nuestra oferta turística está cambiando. Ya no es todo sol y playa. El incremento de turistas hacia la España interior ha tenido un aumento exponencial geométrico, ha sido tremendo. El turista ha descubierto la montaña, los pueblos de interior… Pero no solo en España, sino en el mundo entero. La gente busca cultura, hace turismo como fuente de conocimiento. Los gustos han cambiado.
¿Qué diferencia existe entre una casa rural y un hotel? ¿No es una casa rural un hotel pequeño? La gran diferencia está, por ejemplo, en el aspecto gastronómico o en las características de algunos servicios. Una casa rural es como un apartamento turístico. Un hotel es un edificio hecho para eso y la casa rural es reconvertida para acoger inquilinos con un encanto distinto al del hotel convencional.
¿Tiene futuro un hotel de cinco estrellas en el Matarranya? Todo es posible. ¿Qué va a pasar en este caso con este hotel en Monroyo? Pues que van a tener que trabajar muchísimo en la captación de turistas y el cliente de un hotel de lujo requiere un personal formado para esa clase de cliente que es muy exigente y que exige un servicio de lujo. Y ese es un aspecto muy inquietante para una zona rural, apartada. Acabo de enterarme de que están rehabilitando el palacio de los duques en el centro de la ciudad de Teruel y que va a ser un hotel de cuatro estrellas. Yo lo veo con muchas posibilidades porque tiene 88 habitaciones y está en una capital de provincia, que ya es otra cosa.
¿La vida es más bella en un pueblo? La vida es más bella en algunos sentidos en un pueblo, por supuesto. La quinta de Beethoven suena mejor… Pero la vida en un pueblo no es tan idílica como se dice. Digamos que es distinta. Pero, claro, ¿qué es lo idílico? Pues para unos es una forma de vida y para otros lo idílico es muy diferente.
¿Es la despoblación un mal irremediable? No sé si irremediable , pero es un gran daño en comunidades como la de Aragón y en comarcas como la nuestra, eso es claro. ¿Por qué los pueblos de Andalucía no pierden población? Allí hay muchos pueblos de 5.000 habitantes. Tienen una industria de marriconería y de plata, por ejemplo. Aquí, en cambio, hubo maestros organeros y otro tipo de artesanos que han desaparecido para siempre.
¿El mundo va a mejor en términos generales? Por supuesto que va a mucho mejor, no hay más que echar la vista atrás. Y en eso la culpa la tienen los medios de comunicación porque hacen despertar a la gente y que busque soluciones. No es que el mundo vaya mejor es que ahora sabemos cómo va. Antes no sabíamos nada de Africa y apenas sabíamos que era eso de los gansters de Chicago. La caída del Muro de Berlín fue acontecimiento y vosotros, los periodistas, lo pusisteis en el mundo. Es verdad que los profesionales de la información a veces exageran y a los acontecimientos les ponen signos de admiración. Antes había más asesinatos de género que ahora pero tenían mucha menos repercusión. Estoy muy convencido de eso y la prueba está en que de niños, nosotros lo hemos vivido, hemos visto cómo los hombres trataban a las mujeres, cómo se las minusvaloraba.
¿Donald Trump le quita el sueño? Donald Trump ha entrado en el Gobierno como lo que es: un ejecutivo, no es un político. Ha dictado más normas en un mes que cualquier otro presidente en toda su gestión. Para conocer a Trump hay que conocer a los EEUU., hay que conocer a los americanos y los estadounidenses, teóricamente, le han votado y digo lo de teóricamente porque está esa reserva de posible fraude electoral, pero le han votado. Y Trump no ha hecho más que lo que dijo desde el principio. Además en algunos aspectos básicos ni siquiera la idea que se atribuye él es suya, la idea del muro en la frontera con México no es suya, el muro se estaba haciendo ya. Él lo que hace es dominar el mundo de la comunicación que es de lo que sabe mucho. Es capaz de utilizar twiter como nadie lo ha hecho antes y él tiene la osadía de poner en la red aquello en lo que cree y lanzarlo al mundo, por eso tiene tanto rechazo. Porque claro ahora nada es blanco o negro, todo son matices de grises. Es un hombre que… ya lo dijo iba a ser proteccionista, es decir, que va a proteger lo suyo. Eso ¿es bueno o malo? Tampoco las cosas son al cien por cien positivas o negativas. ¿Qué va suceder? Va a proteger lo suyo, va a poner aranceles. ¿Y que van a hacer los otros países? Lo mismo. Cada país va a protegerse frente a EEUU. Las políticas de proteccionismo históricamente, no han sido buenas nunca. Trump está sacando del país a todos los malhechores, a los asesinos y a los que tienen cuentas pendientes… pero eso lo deberíamos hacer todos. Lo que pasa es que entre esos presuntos delincuentes está dispuesto a expulsar a otros que no lo son y eso es lo que no está bien. El hecho de que esté expulsando a muchos mexicanos está causando pérdidas importantes al país, se habla de decenas de millones. De todas formas, hay cosas que resultan inadmisibles y se las han parado. Para eso EEUU tiene entidades que no permiten que nadie se vaya de la cabeza y con un número de políticos inferior a los que tenemos aquí.
¿España va bien, como dijo Aznar? Ahora no lo diría. Históricamente, yo creo que España va bien. Actualmente, y con sentido político y económico de la situación, hay que ponerle las pilas a muchísima gente. Todos los whasatsapps y twiters que corren por ahí están hablando de la desfachatez de los políticos de los beneficios que se han atribuido para ellos mismos sin contar con el pueblo, el número de políticos y de asesores que tenemos, el poco control que hay sobre las entidades como la seguridad social, etcétera. Todo esto repercute en una economía que nos está apretando las tuercas.
¿La Universidad española funciona? Ese es un tema que para ser correcto hay que acudir a algo que permite hablar con propiedad que son los rankings, tanto nacionales como internacionales o mundiales. Hay alguna universidad española que está en buenos puestos pero en una mirada general a estas clasificaciones, se ve que hay que mejorar muchísimo y que tenemos que hacer grandes cambios en nuestras universidades. Tenemos que trabajar para nuestros clientes, que son los alumnos, en el sentido exacto de la palabra: ni demasiado blando ni demasiado duro sino en el contenido que ellos deben recibir para luego ser útiles a la sociedad. En muchos casos, las universidades deben dejar de ser reinos de taifas, que se pueda mantener una determinada imparcialidad e independencia pero sin que eso lleve a convertirse en un círculo cerrado.
¿Es más importante formar personas que profesionales o al revés? En el ideario universitario del círculo universitario en donde estoy, creo que está bastante claro. Allí estamos convencidos de que hay que formar personas y luego buenos profesionales. Estoy convencido de que en el futuro las empresas sobre todo ficharán a buenas personas que, por añadido serán buenos profesionales. Y buenas personas no en el sentido mojigato sino personas con valores y que sean activos de provecho para la sociedad.
¿Contar con personas responsables no es incluso rentable económicamente? Seguro. Estoy convencido de ello. Lo que ocurre es que hemos pasado una serie de años donde el ente económico ha sido el dinamizador de todo, el objetivo número uno, pero la economía no ha sido siempre el elemento fundamental de la existencia humana y de la vida. Ahora nos está tocando vivir de esta forma, pero no siempre ha sido así. Claro, si preguntamos a los que siempre han padecido penurias económicas, te dirán que la economía es muy importante, pero no siempre lo ha sido.
¿No cree que a pesar de tanto adelanto y desarrollo, la cultura decrece en este mundo ultra tecnológico? Déjame decirte dos cosas. Primero, rectifico: nos interesa formar personas, además de buenos profesionales. Porque a nosotros en la San Jorge nos preocupa mucho que la tecnología no falte, pero que lo que ensañamos sea entero Además queremos formar buenas personas. Ahora, hoy se da la paradoja de que en estos momentos la cultura está mucho más cercana de las personas que antes. A ver, antes se distinguía a quien conocía el pensamiento de Descartes, por ejemplo. Hoy en día tener ese conocimiento no requiere tanto esfuerzo de investigación, de visitar bibliotecas, etcétera como antes. Al estar la cultura más cerca o mas accesible a todos hace que las cosas sean distintas a como eran antes. Si hoy alguien no es todo lo culto que podría, será por decisión propia. Esa también creo yo que es una ventaja respecto de la realidad de antes. Porque si tú eres drogadicto y lo sabes, eres alcohólico y lo sabes y lo dices y eres inculto y lo sabes y lo dices, puedes dejar de ser inculto. Es un grado muy osado pero al mismo tiempo muy honesto.
¿Para aprender a vivir hay que viajar, salir de casa? Hombre, con la experiencia que yo he tenido te diría que es indispensable. Pero…Yo creo que es fundamental porque viajar te permite utilizar los cinco sentidos las 24 horas. Y no aprendes solo leyendo un libro o viendo un documental, aprendes aterrizando en un sitio con una temperatura de 40º con una humedad de del 99%, conociendo otras formas de vivir, de enseñar, de comer y descansar. Todo eso es un formato de aprendizaje que no es el clásico y que no es solo uno, es que son cien mil cosas a la vez y que te entran, además, de una manera natural, sin pensarlo. O sea, aprendes a una velocidad mucho mayor que si te quedas en un entorno conocido donde coges un libro y te pones a saber así algo más. Todo es aprender.
Después de recorrer el mundo, ¿qué visión se tiene de Aragón en general y de Zaragoza en particular? Pues… Me da la impresión de que a pesar de que hablamos siempre del emplazamiento geográfico en que estamos y de que estamos en el medio, tengo una visión menos optimista de lo que tú piensas. Me da la sensación de que tendríamos que trabajar mucho más. Me ha sorprendido, por ejemplo, de forma negativa conocer que Zaragoza ha perdido población en 2016. No tiene sentido. Creo que los políticos se miran mucho el ombligo… Hace poco leí que se habían cerrado dos servicios en el hospital de Alcañiz porque no había médicos. Yo veo un exceso de políticos que no da resultados. Antes había muchos menos y no cobraban un duro. Ahora hay un montón de instituciones nacionales, regionales, comarcales y locales. Creo que falta un control de la gestión como se hace con las empresas. Exigir resultados. Tienes gente y las pones para que gestionen bien si no para qué las queremos. Y encima cuando les parece consultan a la gente porque son incapaces de tomar las decisiones que les corresponde.
¿El deporte ayuda o es imprescindible? Las dos cosas. Ayuda y es imprescindible, en su sentido amplio, porque te permite tener ilusiones que están fuera de lo que es la expectativa de cada día. La actividad deportiva aporta otras ilusiones añadidas a las cotidianas. Te permite tener más expansión propia. Y hecho con moderación, el deporte ayuda a mantener la salud. Pero el deporte no moderado puede resultar dañino.
¿Es usted baturro o aragonés? Soy aragonés. No me gusta que se esté de forma continua y peyorativa con el adjetivo de baturro, lo mismo que no me gustan los chistes de Lepe. No me identifico con eso que además, y es lo peor, lo hemos alimentado nosotros mismos. Sí, en cambio, me identifico con ser de Zaragoza, con haber nacido en la casa del Duende, en la calle Gascón de Gotor, en el número 1.